sábado, 7 de julio de 2018



Habia una vez un barco muy lujoso y despampanante esperando en el puerto esperanza. Tenía todos los lujos, pileta, cine, casino, restaurants, etc. Pero tenía un detalle particular y para nada menor. ¡No tenia motor!  Lo paradójico es que si contaba con un capitán, muchas personalidades destacadas e importantes, y muchos remos. El problema era que nadie estaba dispuesto a ensuciarse las manos remando.

Es así que decidieron reclutar gente para que ponga en movimiento ese lujoso barco. ¿Pero de qué manera iban a conseguir gente? Luego de deliberar muchas alternativas, y sin conseguir resultados positivos, trataron de convencer a la gente que tenía su pequeño bote a motor o a remo, para que remara en su lujoso barco. Pero la gente no comprendía sus propuestas y les daba la espalda.
Entonces es cuando insisten en hacerle creer a la gente que sus botes a motor o a remo, pronto se iban a romper, y que si remaban en su lujoso barco, no solo iban a conseguir un motor nuevo, sino que iban a cambiar ese barquito o botecito, por un gran y lindo barco.
Así fueron convenciendo a una gran cantidad de gente, que fue dejando sus botes, apagando los motores, y se puso a remar en este lujoso barco.

Llegada la fecha de inicio, todos fueron muy bien recibidos, una majestuosa noche de gala esperaba para todos. Un gran banquete que degustaron todos por igual. Llegada la noche todos se fueron a descansar con la ilusión, la esperanza, la alegría y la fe de que mañana remarían hacia la felicidad y a concretar todos sus sueños inmediatos.
Durante cuatro años remaron y remaron sin parar, y aunque algunos dudaron a lo largo del camino, otros flaquearon y dudaron si habían hecho bien en venir a remar en este barco lujoso, todos sienten que habían llegado a algún lugar.
Los miles y  miles de remeros, dejan su habitáculo y mientras van subiendo notan que ya ni había bullicio ni fiesta. Una vez que llegan al corazón del barco, perciben que no hay nadie. Muchos gritan ¡¡Ya llegamos!! ¡¡Ya llegamos!! Pero cuando salen corriendo hacia la proa solo ven agua. Entonces suponen que todos están bajando por la popa, pero cuando llegan ahí, ven el inmenso mar.
Es en ese momento que notan que están a la deriva, sin esperanza, sin alegría y sin fe. La angustia se apodera de todos, ya no había capitán, ni esplendida y majestuosa tripulación; y todo lo que poseían, lo habían dejado por este sueño de ser parte del equipo de este lujoso barco.
Luego de horas, días, meses… Asumen que no les queda otra que volver a remar. ¿Pero para qué?  Para recuperar todo lo que tenían antes de subirse a ese barco lujoso.

Diciembre ´015